Bienvenidos.

Amigos:


Todavía no tengo muy claro a qué extraño impulso ha respondido mi necesidad de crear este blog.


Hace algunos años, me vi envuelta en una cruenta realidad de la que aún no he conseguido salir del todo. El destino me jugó una muy mala pasada colocando en mi camino a alguien muy extraño y retorcido. El resultado de ese grotesco azar, me trajo problemas muy graves a mi vida. Problemas que "la justicia" alimentó y fomentó, riéndose de mi, con su mayor descaro.


Es posible que este blog, responda unicamente a mi necesidad de liberarme de todo aquello. O quizás, también forme parte de esa transmisión del conocimiento necesario que los seres humanos precisamos para estar alerta y atentos a los engaños.


Bien es cierto que nunca se aprende en cabeza ajena!......Pero no es menos cierto que ante el descubrimiento de determinadas manipulaciones, podremos valorar con mayor realismo hasta que punto debemos creer en todo aquello que se nos cuenta.


Dentro de unas semanas, seguiré explicándoos mi odisea.


Un saludo!.............

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Extractos de "Las Cosas que no se Deben Callar". Reservados todos los Derechos de Autor-2007. Retazos de una vida. Basado en hechos reales. Algunos de los nombres de los personajes han sido cambiados para guardar su identidad.

viernes, 1 de febrero de 2008

7- ALEGRÍA, FELICIDAD Y....CONFUSIÓN.

Siempre hay una primera vez para todo. Y esa noche Desi, no tuvo ganas de separarse de él pero, sentía tanto miedo al pensar en pasar la noche juntos que le resultaba sumamente difícil invitarlo a subir. Se sentía como un bebé dando sus primeros pasos. Insegura, asustada, nerviosa......¡Ella no quería que todo aquello hubiese pasado, por ver la vida de su nuevo amigo, demasiado complicada! Sin embargo, su mirada comprensiva y llena de ternura, la convenció para dar el primer paso. Finalmente, superando sus propios conflictos, lo invitó a subir.

....Habitualmente nos despedíamos en la portería de mi casa. Ni tan siquiera había llegado nunca al ascensor. Pero aquella noche, después de cerrar la cristalera que daba acceso a la escalera, me sentí distinta. Lo miré a través del cristal, mientras desde el otro lado él, levantaba la mano diciéndome adiós. Caminé por el vestíbulo de la portería unos pasos más. Después, me giré para ver qué era lo que hacía.
Arnaldo caminaba lentamente hacia el coche, pensativo, con la cabeza agachada y las manos en los bolsillos. Nunca me pidió subir a casa y hasta ese momento, yo tampoco lo invité. Al llegar a la puerta del automóvil, se giró y me volvió a saludar.
Normalmente, no arrancaba el vehículo hasta que me veía entrar en el ascensor. Así que viéndome allí parada, rápidamente se acercó al portal y a través del cristal, me preguntó:…..- ¿Te pasa algo? -.
Pensativa le sonreí y abrí la puerta. Ambos nos quedamos en silencio, mientras nos miramos a los ojos. Serios. Con la mirada fija el uno en el otro.....

Arnaldo se mostraba muy prudente, mientras yo le enseñaba mi pequeño apartamento. Cogiendo unos vasos de tubo, le ofrecí una “copa” para romper el hielo. El se sentó en el sofá, mientras seguíamos hablando, a la vez que con la mirada, iba observando toda la estancia. Se interesó por los cuadros y dibujos colgados en las paredes......- Son míos.- (le dije).....- Los hice yo.-
Y para dar mas ambiente a la velada y relajarnos adecuadamente, puse en el aparato de música una cinta de Maria Betania. Al oír la letra en portugués, se le iluminaron sus ojos y con cara de interrogación, me miró emocionado, añadiendo:....- ¡Hace tanto que no voy a mi país, que casi no me acuerdo de hablar en portugués!-
Al verlo lleno de emoción, vulnerable, sensible.....por fin me atreví a sentarme junto a él. Y allí, en el sofá de casa, charlamos hasta el amanecer, sin importarnos que la cinta del casette se repitiera una y otra vez.
Hacia las seis de la mañana, un lacrimógeno sueño se apoderó de nosotros, decidiéndonos entonces a ponernos más cómodos y estirarnos en la cama. No tardamos en quedarnos dormidos profundamente. Ni tan siquiera, nos desnudamos. Sobre las diez, el impertinente sonido de un teléfono móvil, nos despertó. Arnaldo miró el número y lo apagó sin responder. Supuse que sería "ella" y me pareció conveniente invitarlo a que se fuera para evitar problemas mayores. El aún no le había comunicado a Flor su decisión de dejarla y aunque cada uno “hiciera su vida”, creía más conveniente que (antes de iniciarse nada en firme entre nosotros), ellos dos, terminaran definitivamente su extraña relación.
Insistí en que se marchara y reticente aceptó. Me aseguró que hablaría con ella y que no habría ningún problema. Me dijo:….- “No te preocupes cariño. No te estoy engañando. Ella y yo, nunca nos hemos querido. Y ahora que soy tan feliz por haber encontrado a la mujer de mi vida, no la dejaré perder. ¡Ni ella, ni la niña, te van a ocasionar ningún problema!. No dudes de mí. No te engaño. Te quiero”.- Y con esta última frase, cerró la puerta y se marchó.
Me quedé despierta analizando lo sucedido.
Yo era consciente de lo escarmentada que me sentía del género masculino, ya que tras mis últimas relaciones, había decidido poner tierra por medio entre los varones y yo. Aquella era una forma de evitarme nuevos desengaños. Y como ya os he explicado, llevaba así casi seis años. Sola, feliz y sin ningún “tropezón” que enturbiara mi vida. Las palabras de la psicóloga que analizó su escritura, también las tenía muy presentes.......Pero en el amor hay cosas muy hermosas y agradables…..Y si la vida me había vuelto a dar otra oportunidad y me ofrecía un nuevo compañero de camino…..¿Por qué lo iba a despreciar? .....¿A caso los problemas de depresiones y ansiedades, no son habituales hoy en día?
Pasaron las horas, mientras yo, seguía dándole vueltas a como y en qué momento había sucedido todo. Pero también me preocupaba de forma especial, la reacción de Flor ante las explicaciones de Arnaldo.
Pensando y pensando, nuevamente el sueño se apoderó de mí.
El teléfono de casa me despertó súbitamente al sonar. Eran casi las cuatro de la tarde y al descolgar el aparato, la voz de Arnaldo me llenó de ilusión.
El me llamaba para ver como estaba y averiguar si me había arrepentido de lo que habíamos hablado. Me dijo que se sentía muy feliz a mi lado y que con Flor, ya había conversado. Volvió a asegurar que no tendríamos ningún problema en nuestra relación pues, ella, ya se lo había imaginado y que lo que deseaba era, que todo se resolviera de la forma más rápida y amistosa, por el bien de la niña y el suyo propio.
Volvió a llamarme nuevamente a mitad de tarde, pidiendo permiso para venir a verme. Y antes de que le hubiera respondido, ya estaba llamando al timbre de la puerta.
Al abrir, entró rápidamente con una maletín negro, una bolsa con perchas y camisas que se había comprado unas semanas antes.
Estupefacta, cerré la puerta mientras lo observaba.
- ¿Pero qué haces?. (Le pregunté).-
Al oír aquello y ver mi expresión, volvió a coger la maleta del suelo sin saber que hacer con ella y con cara de “niño bueno” me preguntó, si me importaría guardar durante un tiempo sus documentos y su ropa.
Mi actitud era de desconfianza y extrañeza. Entendía perfectamente que él tuviera prisa en resolver su situación pero, me parecía excesivo que decidiera por mí y en mi casa. ¡Nadie había hablado de vivir juntos!. Simplemente, estábamos comenzando a expresar unos sentimientos. Al menos……¡Podía haberme preguntado!.
Tras unos minutos de silencio, serios y expectantes, volvió a dejar la cartera en el suelo y de pie frente a mí, me dijo:…..-“Desi, tienes que entender que yo no podré estar mucho tiempo en esta situación. Si tomo la decisión de rehacer mi vida junto a ti, no puedo estar viviendo con otra mujer y tampoco tengo dinero en estos momentos, para coger un piso en alquiler. Le tendré que pasar la pensión a la niña cuando llegue el día y me parece un poco absurdo que, teniendo tú un piso, nos metamos en más gastos. El dinero que yo tenga que pagar en otro alquiler, te lo puedo dar a ti para cubrir la parte que me corresponda y……¡Listos!. ¿No crees?. Además......Yo quiero vivir contigo, me quiero casar......Y quiero un hijo tuyo”.-
En aquel momento, mis ojos, ¡se salieron de sus órbitas!.....¿Qué era lo que me había dicho?......
A pesar de que su lógica era aplastante y no atiné a rebatir sus argumentos, me parecía excesivamente fuerte hablar de compartir mi vida con alguien y que tan de repente……¡Hasta me pidiera un hijo mío!
Sin embargo, no pensé. Únicamente me dejé llevar. Era ya demasiado el tiempo pasado sola, poniendo “seso y cordura” a mi vida y dando rienda suelta a mis miedos. Entonces me pregunté:…..- ¿Por qué no hacer una “locura”?. ¿Quizás él fuera mi “lotería”?. ¡Vale!......¡Pero nada de casarme y tener hijos!?......Hacía muchos años que dejé de planteármelo. Además....- ¡Pero si tú estás casado!, (le dije). ¿Vas a pagarte el divorcio?.-
De repente, al escucharme a mi misma, las dudas me asaltaron nuevamente. Las piernas me flaqueaban……¡Necesitaba pensar!. ¡Yo no estaba acostumbrada a actuar tan precipitadamente!. Me sentía aturdida y corté por lo sano.
Abriendo la puerta, le pedí que se marchara. Le dije que no podía seguir hablando…...¡Necesitaba tomar aliento! En pocos minutos había conseguido confundirme totalmente.
El se empeñaba en precipitar las cosas y yo necesitaba ir más lenta. Prometió darme el tiempo que yo necesitara pero, esa fue, una de sus mayores mentiras ya que, cuanto más tiempo transcurría en nuestra relación, más prisa tenía él y más rápida conseguía que fuera yo, atropellándome a mí misma.
Arnaldo tenía la facultad de estresarme y acelerarme. Daba la sensación de que le molestara verme relajada ó darme tiempo para decidir y pensar.
Pero…..Volviendo al momento de la despedida;……Tras darme un dulce beso en los labios, se marchó optimista y contento.
Al cerrar la puerta, me di cuenta de que allí sobre la cama, había dejado sus cosas y abriéndola rápidamente, lo llamé. Pero ya no estaba en la escalera y si estaba…..no contestó. ¿Cómo bajó tan rápidamente del tercer piso a la calle?

"……Yo no sabía como podía ser nuestra convivencia, ni la relación con la Ex, ni tampoco con la niña. En cuanto a la economía, no me pareció que fuéramos a tener ningún problema ya que, teniendo los dos trabajo, podíamos hacer frente a todos los pagos habituales del hogar y la convivencia entre dos personas. Así que mientras iba forjando mi cuento de “la lechera”, regresé a casa ya de noche y con la noche, el cansancio provocado por las emociones de la jornada, me pudo hasta la mañana del Lunes."

RDA/2007-Las cosas que no se Deben Callar.