Bienvenidos.

Amigos:


Todavía no tengo muy claro a qué extraño impulso ha respondido mi necesidad de crear este blog.


Hace algunos años, me vi envuelta en una cruenta realidad de la que aún no he conseguido salir del todo. El destino me jugó una muy mala pasada colocando en mi camino a alguien muy extraño y retorcido. El resultado de ese grotesco azar, me trajo problemas muy graves a mi vida. Problemas que "la justicia" alimentó y fomentó, riéndose de mi, con su mayor descaro.


Es posible que este blog, responda unicamente a mi necesidad de liberarme de todo aquello. O quizás, también forme parte de esa transmisión del conocimiento necesario que los seres humanos precisamos para estar alerta y atentos a los engaños.


Bien es cierto que nunca se aprende en cabeza ajena!......Pero no es menos cierto que ante el descubrimiento de determinadas manipulaciones, podremos valorar con mayor realismo hasta que punto debemos creer en todo aquello que se nos cuenta.


Dentro de unas semanas, seguiré explicándoos mi odisea.


Un saludo!.............

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Extractos de "Las Cosas que no se Deben Callar". Reservados todos los Derechos de Autor-2007. Retazos de una vida. Basado en hechos reales. Algunos de los nombres de los personajes han sido cambiados para guardar su identidad.

viernes, 8 de febrero de 2008

14- UN CASO APARENTE.

Sin querer ser arcaica en mis actitudes y en la buena intención de entender el amor de padre que él sentía hacia la niña, intenté no excederme en mi planteamiento, a la vez que le llamaba la atención por su comportamiento. Y Aldo, me escuchó pero, solo......aparentemente.

"Cuando Aldo regresó al coche, me pareció imprescindible mantener una seria conversación con él después de haber presenciado todo aquello. En primer lugar, no me pareció correcto que a la cría no se la riñera por amenazar con un puñetazo a su papá. Pero menos correcto me habían parecido aquellos besos que no correspondían a una niña de su edad y que a su padre le hacían tanta gracia.

Aldo estuvo de acuerdo y acabó dándome la razón. Pero aún así, pasarían algunos meses hasta que la relación entre padre e hija, empezara a ser más natural e “higiénica”. Al menos en apariencia.
A él le hacía muchísima gracia recibir los “morreos con lengua” de su hija y a la niña, le encantaba “marcar el terreno” ante mí. Era muy complicado que aquella cría entendiera (diciéndoselo yo) que, eso, no debía hacerlo. Suponía que cuanto más se lo reprochara, mas tendencia tendría a seguirlo haciendo. En consecuencia, para mí estaba claro que, eran sus padres quienes no debían permitirlo. No yo."

Reservados todos los derechos de autor-2007. "Las Cosas que no se Deben Callar".