Sus manos temblorosas, no le permitían encender cómodamente un cigarro. De pronto Aldo, me preguntó:…...- A pesar de tener una hija.......¿tú crees que tengo derecho a ser feliz?Supuse que la respuesta era obvia. No solo para él, sino para cualquier persona.
RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.