Las relaciones entre padres e hijos acostumbran a ser complicadas. Supongo que estareis de acuerdo en que, las diferencias generacionales, no ayudan a que este tipo de realciones sean habitualmente, fluidas y fáciles. Los padres deben esforzarse mucho en la comprensión y educación de los hijos, para poder llegar a un aceptable nivel de amistad y comunicación, que seguramente, será la base, el dia de mañana, para una relación adecuada que sepa salvar las diferencias de edad y pensamiento con el respeto necesario por ambas partes.
El cariño y protección que precisan los hijos, sobre todo los más pequeños, es otro de los factores a tener en cuenta, en un sano desarrollo mental y afectivo del menor. Y para conseguir todo ello, hace falta mucha dedicación y sacrificar muchas veces, aquellos momentos y caprichos, que los adultos precisamos.
También tenemos que tener cuidado con las aparentes concesiones de un menor a nuestras voluntades de adultos, pues aunque su cabecita nos esté dando permiso, es muy probable que jamás comprenda el por qué de nuestra petición si no se lo explicamos, creándole con el tiempo, un grave interrogante que puede terminar por convertirse en frustración.
Es necesario explicar a nuestros menores, todos nuestros por qués y nuestros movimientos. Ellos lo necesitan. Pero decirle a un niño........Sí porque, sí! o......No porque, no!, sin darle otro tipo de explicación, tan solo llevará a aquella criatura a sentirse incomprendida, si no abandonada. En el caso de Lauri, nadie le dio nunca explicaciones de nada. Y a pesar de la aparente precupación, generosidad y sacrificio de su padre hacia ella, con el tiempo, tuve ocasión de comprobar que Lauri, en definitiva, no dejaba de ser otra víctima más de las actitudes negligentes y poco claras de sus progenitores.