A media tarde del Domingo, llamaron al timbre de la puerta y al contestar el interfono, reconocí su voz.
Estaba tranquilo y amable y me preguntó (con su característica educación) si podía subir a hablar conmigo. Necesariamente debíamos afrontar la realidad. No se ganaba nada postergando el diálogo y la inminente despedida. Así que abrí la puerta y le dejé entrar.
Su actitud humilde y su mirada serena, había vuelto a ser la misma de siempre. Incluso, su tono de voz, volvía a ser más suave y tranquilo. Me abrazó y me acompañó hasta el sofá y acomodándome, cogió una silla y se sentó frente a mí. Al mirarlo sentí el impulso de acariciar su cara y recordé la última imagen grabada en mi mente como si de una fotografía se tratara, tras el incidente del bofetón. Entonces rompí a llorar de vergüenza y arrepentimiento. Era la primera vez que algo así me había sucedido y me sentía fatal. Le pedí perdón y él me dijo que no me preocupara, que había sido culpa suya, porque no debió actuar así. Después de tranquilizarme me explicó, todo lo que en las últimas semanas había sucedido y que hasta ese instante, no se había atrevido a contar.
Al parecer, cuando Flor y Aldo se separaron, estaban arreglando el piso en el cual vivían. El consideró que aquella reforma (a pesar de su separación) debía terminarla antes del regreso de su hermano a España. Así que aprovechando que aún no tenía trabajo pero, que en breve firmaría un contrato con la empresa en donde trabajaba su ex cuñado y que posiblemente en los siguientes meses no podría cumplir con su promesa, le pareció justo arreglar y pintar el piso de su hija (como él decía) durante aquellas fiestas de Pascua. Aclaró que el dinero para los materiales lo puso Flor.
Siguió diciéndome que, durante esos días que estuvo arreglando el piso, su ex le había expresado el deseo de volver a estar juntos y que él estaba indeciso. Pero puntualizó que su indecisión no era por el sentimiento hacia ella, sino por lo que sentía por su hija y el miedo que tenía a abandonarla en manos de “aquella loca”. Además, al comunicarle días antes a su hermano la separación entre ambos, al parecer Joau no lo aprobó. Con lo cual se vio obligado a pasar el mayor tiempo posible con ellos y evitar así las discusiones con Flor, que sin lugar a dudas, ella hubiese provocado ante su hija, su cuñada y su hermano, para conseguir mayor presión. Era por ese motivo por lo que decidió que, mientras durara la estancia de Joau en Barcelona, debería evitar la posibilidad de que Flor manipulara y empeorara más la situación.
Aldo me explicó que su familia era muy tradicional y que a pesar de que a Flor nunca la aceptaron, como buena familia conservadora, tampoco vieron con buenos ojos eso de que él se separara y “dejara” a su niña en manos de aquella mujer. A Aldo se le permitía tener amantes, pero no abandonar el hogar conyugal…..
- Por todo ello....(decía) tienes que ver cariño que ¡no podemos seguir juntos! La “otra” me está haciendo chantaje y si no vuelvo con ella, no veré un duro del dinero de mi madre, ni tampoco a mi hija. Además me amenaza con poner al corriente de mi situación a mi padre y al resto de mis hermanos. ¿Tu como lo ves, mi vida?....¿Te das cuenta de que no nos dejan estar juntos? Mira…..no soy hombre para ti. Tú te mereces algo mejor que yo…..¡Eres demasiado buena para mí!.
RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.
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Su actitud humilde y su mirada serena, había vuelto a ser la misma de siempre. Incluso, su tono de voz, volvía a ser más suave y tranquilo. Me abrazó y me acompañó hasta el sofá y acomodándome, cogió una silla y se sentó frente a mí. Al mirarlo sentí el impulso de acariciar su cara y recordé la última imagen grabada en mi mente como si de una fotografía se tratara, tras el incidente del bofetón. Entonces rompí a llorar de vergüenza y arrepentimiento. Era la primera vez que algo así me había sucedido y me sentía fatal. Le pedí perdón y él me dijo que no me preocupara, que había sido culpa suya, porque no debió actuar así. Después de tranquilizarme me explicó, todo lo que en las últimas semanas había sucedido y que hasta ese instante, no se había atrevido a contar.
Al parecer, cuando Flor y Aldo se separaron, estaban arreglando el piso en el cual vivían. El consideró que aquella reforma (a pesar de su separación) debía terminarla antes del regreso de su hermano a España. Así que aprovechando que aún no tenía trabajo pero, que en breve firmaría un contrato con la empresa en donde trabajaba su ex cuñado y que posiblemente en los siguientes meses no podría cumplir con su promesa, le pareció justo arreglar y pintar el piso de su hija (como él decía) durante aquellas fiestas de Pascua. Aclaró que el dinero para los materiales lo puso Flor.
Siguió diciéndome que, durante esos días que estuvo arreglando el piso, su ex le había expresado el deseo de volver a estar juntos y que él estaba indeciso. Pero puntualizó que su indecisión no era por el sentimiento hacia ella, sino por lo que sentía por su hija y el miedo que tenía a abandonarla en manos de “aquella loca”. Además, al comunicarle días antes a su hermano la separación entre ambos, al parecer Joau no lo aprobó. Con lo cual se vio obligado a pasar el mayor tiempo posible con ellos y evitar así las discusiones con Flor, que sin lugar a dudas, ella hubiese provocado ante su hija, su cuñada y su hermano, para conseguir mayor presión. Era por ese motivo por lo que decidió que, mientras durara la estancia de Joau en Barcelona, debería evitar la posibilidad de que Flor manipulara y empeorara más la situación.
Aldo me explicó que su familia era muy tradicional y que a pesar de que a Flor nunca la aceptaron, como buena familia conservadora, tampoco vieron con buenos ojos eso de que él se separara y “dejara” a su niña en manos de aquella mujer. A Aldo se le permitía tener amantes, pero no abandonar el hogar conyugal…..
- Por todo ello....(decía) tienes que ver cariño que ¡no podemos seguir juntos! La “otra” me está haciendo chantaje y si no vuelvo con ella, no veré un duro del dinero de mi madre, ni tampoco a mi hija. Además me amenaza con poner al corriente de mi situación a mi padre y al resto de mis hermanos. ¿Tu como lo ves, mi vida?....¿Te das cuenta de que no nos dejan estar juntos? Mira…..no soy hombre para ti. Tú te mereces algo mejor que yo…..¡Eres demasiado buena para mí!.
RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.
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