Bienvenidos.

Amigos:


Todavía no tengo muy claro a qué extraño impulso ha respondido mi necesidad de crear este blog.


Hace algunos años, me vi envuelta en una cruenta realidad de la que aún no he conseguido salir del todo. El destino me jugó una muy mala pasada colocando en mi camino a alguien muy extraño y retorcido. El resultado de ese grotesco azar, me trajo problemas muy graves a mi vida. Problemas que "la justicia" alimentó y fomentó, riéndose de mi, con su mayor descaro.


Es posible que este blog, responda unicamente a mi necesidad de liberarme de todo aquello. O quizás, también forme parte de esa transmisión del conocimiento necesario que los seres humanos precisamos para estar alerta y atentos a los engaños.


Bien es cierto que nunca se aprende en cabeza ajena!......Pero no es menos cierto que ante el descubrimiento de determinadas manipulaciones, podremos valorar con mayor realismo hasta que punto debemos creer en todo aquello que se nos cuenta.


Dentro de unas semanas, seguiré explicándoos mi odisea.


Un saludo!.............

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Extractos de "Las Cosas que no se Deben Callar". Reservados todos los Derechos de Autor-2007. Retazos de una vida. Basado en hechos reales. Algunos de los nombres de los personajes han sido cambiados para guardar su identidad.
Mostrando entradas con la etiqueta niña. Mostrar todas las entradas
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lunes, 16 de junio de 2008

21- ABSURDAS FLAQUEZAS.

....De espaldas a la realidad, ignorante de lo que se estaba cociendo a mis espaldas.....después de haber presenciado de Flor todo lo que vi, supongo que en el fondo, no debí dudar demasiado de la versión del portugués. Pero a pesar de todo, hubiese sido mucho más prudente por mi parte haberle hecho caso en aquel instante y no dejarme convencer de lo contrario. Sin embargo, mientras él me hablaba, recuerdo que yo solo lloraba y lloraba desconsoladamente, escuchando todo lo que Aldo me contaba. Sufría por él, por la niña y hasta por la miserable Flor.
Había escuchado relatos extraños en mis clientes. ¡Cosas verdaderamente crueles que te cuenta la gente! Sabía que en ocasiones las vidas de nuestros semejantes, supera con creces la ficción más desagradable. Pero todo aquello que mis oídos habían captado y que mi mente aún no había asimilado, lo superaba todo. Y sin embargo, cada minuto que pasaba, más admiraba a Aldo por tener la entereza necesaria al sobrellevar adecuadamente su difícil situación.
Poco a poco me fui recomponiendo dándome cuenta del gran respeto que me merecía aquel hombre menudo que, asiéndome las manos con cariño, esperaba de mí mi comprensión. ¡Dios!...... Pero……¿Por qué tenía que ser siempre tan difícil para mí el amor? Si El y Flor habían decidido darse una segunda oportunidad, ¡estaban en su más absoluto derecho! ¡Aquel hombre me estaba pidiendo que entendiera que debía “volar” y ya tenía una vida suficientemente dura, como para que yo, con mi presencia accidental en ella, aún se la complicara más! No era justo negarme y no facilitarle su regreso con ella. Debía colaborar. De otra parte, yo esperaba tener una relación correcta y tranquila sin los sobresaltos que en esta, se podían augurar. Así que sin pensármelo más, le dije a mi compañero que no había ningún problema y a pesar de mi dolor, intenté disimular. Pero él, no me debió ver convencida. Repentinamente se levantó de su silla y cogiendo su maleta de documentos del armario, me dijo con convicción:
- ¡Mira!.....Supongo que ya has tenido tiempo de ver lo que hay aquí……
Yo negué con la cabeza. (Llevábamos cinco meses viviendo juntos y en ningún momento se me ocurrió, por extraño que pueda parecer, chafardear en sus papeles.) Sorprendido ante mi respuesta preguntó:…...- ¿De verdad no sabes qué es lo que hay aquí dentro?.......
Y yo, nuevamente, le dije que no.

Entonces su voz cambió de tono y como si estuviera molesto, me preguntó:....- Y si este maletín estuviera lleno de drogas....¿Qué harías ahora? ¡Lleva guardado en tu casa cinco meses! ¡Cinco meses Desi!. ¿Cómo eres tan confiada?....
Ante sus palabras y su actitud, me quedé tan asustada que no supe responder. Entonces (recordando las acusaciones de mis antiguos colegas del barrio) entendí lo ingenua que había sido y respiré tranquila cuando al abrirlo, solo vi papel. El sacó los documentos dejándolos sobre mis piernas y acto seguido, de pie y mirando su reloj dijo que debía ir a despedir a su hermano porque regresaba a Portugal.
Me dijo “Adiós” dándome un tierno beso en la frente mientras con sus manos asía mi cara pero, antes de salir por la puerta, volvió a mirarme y me pidió que revisara con calma aquellos papeles. Me aseguró que en un rato volvería para seguir con la conversación que en aquel instante dejábamos a medias pero…..Aldo se fue y a pesar de sus palabras, aquella noche, tampoco regresó a casa.


RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.

viernes, 8 de febrero de 2008

ANGUSTIA POR LA NIÑA.

Sus manos temblorosas, no le permitían encender cómodamente un cigarro. De pronto Aldo, me preguntó:…...- A pesar de tener una hija.......¿tú crees que tengo derecho a ser feliz?

Supuse que la respuesta era obvia. No solo para él, sino para cualquier persona.

RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.

14- UN CASO APARENTE.

Sin querer ser arcaica en mis actitudes y en la buena intención de entender el amor de padre que él sentía hacia la niña, intenté no excederme en mi planteamiento, a la vez que le llamaba la atención por su comportamiento. Y Aldo, me escuchó pero, solo......aparentemente.

"Cuando Aldo regresó al coche, me pareció imprescindible mantener una seria conversación con él después de haber presenciado todo aquello. En primer lugar, no me pareció correcto que a la cría no se la riñera por amenazar con un puñetazo a su papá. Pero menos correcto me habían parecido aquellos besos que no correspondían a una niña de su edad y que a su padre le hacían tanta gracia.

Aldo estuvo de acuerdo y acabó dándome la razón. Pero aún así, pasarían algunos meses hasta que la relación entre padre e hija, empezara a ser más natural e “higiénica”. Al menos en apariencia.
A él le hacía muchísima gracia recibir los “morreos con lengua” de su hija y a la niña, le encantaba “marcar el terreno” ante mí. Era muy complicado que aquella cría entendiera (diciéndoselo yo) que, eso, no debía hacerlo. Suponía que cuanto más se lo reprochara, mas tendencia tendría a seguirlo haciendo. En consecuencia, para mí estaba claro que, eran sus padres quienes no debían permitirlo. No yo."

Reservados todos los derechos de autor-2007. "Las Cosas que no se Deben Callar".

12- BIENVENIDA LAURI.

Mientras yo seguía esperanzada en que nuestro futuro se resolvería favorablemente, la toma de contacto y la presencia de Lauri en mi vida, aún me hizo ver con mucha mayor fuerza que mi existencia tenía un importante sentido.En ese momento creí entenderlo todo. Eramos una familia, con ex incluida. Y así lo acepté sin cuestión alguna, aunque no sin enojos.

"A pesar de mi extrañeza y buscando en los ojos de su padre una mirada de complicidad que me diera apoyo y aliento, ayudé a la pequeña a bajar del coche, mientras Aldo lo aparcaba. El estaba tan estupefacto como yo y al salir del automóvil, hizo el gesto de regañarla. Pero yo lo frené. Y no le permití que riñera a la niña, porque durante los minutos transcurridos entre “el grato saludo” y el aparcado del coche, Lauri, seguía con sus ojitos apretados y su cara de enfado, sin quitarme ojo de encima. Ni siquiera pestañeó.

Frente a mí, de pié y con sus manitas apretadas, tensa como una espada, siguió mirándome y mirándome, a la vez que mantuvo su ceño fruncido y su naricita arrugada, como hacía su papá cuando algo le molestaba. ¡Aquella cría daba la sensación de ser, un “alto inquisidor”!

Disimulando mi enojo y sin retirarle mi mirada, nos mantuvimos en esa actitud durante unos largos minutos. Frente a frente. Como si del reto más digno y decisivo, se tratara para ambas. Y seguramente fue así porque, la realidad era que yo, no estaba dispuesta a bajarle la guardia pues, de haberlo hecho, hubiese comprendido que ella era “la mas fuerte” de las dos. Y eso, sabía que no debía permitirlo si quería evitarme problemas a corto plazo.

Así que al igual que dos gatas enfrentadas, seguimos y seguimos mirándonos en silencio, sin mover ni un solo pie.

Al rato, la fuerza y testarudez de la niña, me empezó a parecer sospechosa. No había forma de que Lauri se “apeara del burro” y bajara la mirada. En su actitud, creí entrever mucha manipulación. Pensé que ningún crío, por mal educado que fuera y con tal corta edad, mantiene la mirada con semejante frialdad y descaro a un adulto. ¡Mucho menos!, a sabiendas de que lo que ha dicho ó hecho está mal. Segurmente ignoraba el significado de la palabra pero, ella tenía claro que, "aquello", me tenía que molestar. Ese era su objetivo. Y ello me demostraba que, la niña, se sentía orgullosa por haber llevado a cabo el “encargo”, para mí claro, de su mamá. Lauri quería "ganar" para tener contenta a su madre.

Me reafirmé en mi idea de no reñir a la niña por hacer lo que su madre le indicaba, aunque sí le hubiera dado una buena reprimenda a su progenitora por animar a un retaco de tres años, a utilizar ese tipo de vocabulario e intentar que, a través de la misma, yo entrara en el juego de las ofensas y descalificaciones. Así que quise quitarle total importancia al asunto y dicho incidente no vino más que a ratificar, la opinión que, en aquellos días, comenzaba a formarme de Flor.


No recuerdo porqué motivo Aldo, nos dejó solas un rato.

Ya habíamos subido a casa y durante el trayecto al ascensor, la niña, ni tan siquiera miró el suelo por donde pisó. ¡Le dio igual tropezarse, como que no!. Ella siguió con su mirada rabiosa y mal humorada fija en mi.

Lauri y yo, seguíamos mirándonos fijamente y en silencio, sentadas en el sofá de casa mientras mí cabeza buscaba, lo mas rápido posible, algo interesante para proponerle y conseguir despistarla de su obstinación…..¡Pero sin quitarle ojo, por supuesto!.

Eran casi las ocho de la tarde. Deduje que a una niña de su edad se le debía dar la cena más o menos a esa hora. Y........¿Qué crío se resiste a una suculenta hamburguesa?.

Decidida a poner en práctica mi idea, le propuse a Lauri, bajar al bar para comernos el calentito manjar. A pesar de todo, creí que la niña (que en esos momentos ya no estaba solo enfada conmigo, sino también con su papá por haberla dejado sola “con esa P” que era yo), respondería que no. Sin embargo, estaba claro que la cría, contra mí, en realidad, no tenía nada.

A Lauri se le iluminaron sus negros ojitos cuando escuchó la palabra “hamburguesa”. Y súbitamente, cambió su expresión de enojo por otra mas relajada, mientras asentía con su cabeza. Así pues, le dejamos la clásica nota colgada en la puerta de la nevera a papá y bajamos a la calle.

A pesar de su hostilidad y a regañadientes, me dejó cogerla de su manita y una vez sentadas en la mesa y en terreno neutral, volvió a insultarme con cara de “terrorífica malvada”.

Haciendo caso omiso……¡como el que no oye la cosa!......le coloqué la servilleta en su cuello (a forma de babero) y mientras el camarero la miraba perplejo, yo le guiñé el ojo y me encogí de hombros, a la vez que en mi cara perfilaba una sonrisa de lado a lado. Había que disimular.

Realmente era chocante presenciar como aquella “enana”, me intentaba provocar una y otra vez. ¡Pero me resistía a darle la importancia que ella esperaba que le diera! Sentía que debía desconcertarla. ¡Romperle los esquemas!. Si me mostraba enfadada, sería peor.

Ya servidas las dichosas hamburguesas y con los platos sobre la mesa, yo empezaba a perder la paciencia. Pero observé que poco a poco, bien fuera por la boca llena ó por qué se había distraído del objetivo indicado por su madre (que evidentemente no era otro que sacarme de mis casillas y encontrarla lo más antipática posible), me pareció que la niña estaba más relajada. Fue entonces cuando aproveché para entrar “al trapo”. Así que con tacto, intenté sonsacarla y averiguar de donde demonios había sacado Lauri la “dichosa palabreja”.

La niña, con morritos y la cabeza agachada, dijo que era….”Lo que La Flor, le había dicho que dijera”. Y entonces me preguntó con su vocecita de “mimo”……- ¿No te enfadas?-

Afortunadamente para mí, en aquel instante, su padre, ya había regresado de su ausencia y presenció la “confesión” de su hija sin pestañear pues, yo comenzaba a sentirme como esas profesoras feas y antipáticas que casi todos hemos conocido en edad de preescolar. La llegada de Aldo a la mesa, me dio un buen respiro.

Entre los dos, le explicamos a la niña que esa era una palabra muy fea para que las “chicas tan guapas y listas como ella”, las dijeran. Y también le explicamos, como pudimos y a “grosso modo”, nuestra situación y la de mamá, para que la niña pudiese entender algo de lo que estaba sucediendo entre nosotros. No era justo que la pequeña se quedara únicamente con la versión, a buen seguro deformada, de su madre.


Era ya tarde y debíamos llevar a Lauri de vuelta a su casa. Pero por el camino, hubieron nuevos problemas pues, ella se empeñó en sentase delante, mientras su padre conducía. Se sentía ofendida por no ser la “copiloto” y ser yo quién se sentara en ese lugar, junto a papá. Y ello, no estaba dispuesta a perdonarlo fácilmente.

Como eso, por su propia seguridad no le fue permitido, se dedicó a coger a su padre por el cuello con el brazo, mientras conducía, “intentándolo ahogar”. ¡La verdad es que nos dio el trayecto! Entre gritos y aspavientos, a duras penas, conseguimos llegar a su hogar. Una vez allí y antes de entregársela a su madre, a Lauri le dio por levantarle el puño a su padre, como si un puñetazo le fuese a dar. Y cada vez que Aldo intentaba darle un beso, la niña realizaba el mismo gesto. De pronto Aldo, la cogió y con un rápido giro, la pasó de atrás a delante, la sentó sobre él y le dijo:….- ¡Dame un morreo!.-

La niña se rió con una enorme carcajada y mirándome de reojo y con mucha picardía, abrazó a su padre por el cuello y como si de su novio se tratara……¡Lo besó en la boca sacando la lengua!

¡Yo no podía creer lo que estaba viendo!. ¿Qué era lo que esos padres hacían con su hija?......

Con la niña en brazos, mi compañero salió del coche y la subió a casa de su madre. Lauri, ni se despidió de mí, por supuesto".

Reservados todos los derechos de autor-2007. "Las Cosas que no se Deben Callar".

TRISTE CEBO.

Esos locos bajitos, como Serrat los define en una de sus canciones, saben muy bien como robarnos el corazón. Aunque en este caso, bien debo decir que siempre me quedará la duda, de quién lo robó a quién.
Lauri era una niña minúscula, testaruda y mal educada. Esquiva como “gato escaldado” y con cara de “enfado permanente”, parecía ignorar lo que era reír. Con la misma expresión y pose de su padre, a la vez que vestida como un “pilluelo”, asemejaba la réplica exacta de Aldo pero……en chiquitín.

Desi se quedó sumamente extrañada cuando en su primer encuentro con ella, la niña le dedicó con cara de rabia y como único saludo, la palabra “puta”. Tan solo tenía tres tiernos añitos.


RDA/2007-Las Cosas que no se Deben Callar.