Con toda seguridad, en ese mismo instante en el que no tuve fuerza para negarme, comenzó mi ocaso ante él pero, hasta muchos años después no fui consciente de ello. Sin duda se dio cuenta de hasta qué punto estaba dispuesta a comprender y perdonar a consecuencia de mi intenso sentimiento.
Aldo comenzó a crecer en fuerza, mientras yo disminuía día a día sin saberlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario