El sol de Mayo se empezaba a notar en el ambiente y tras el reparador sueño de la noche, mis ideas estaban algo más
claras, pero una desagradable sensación, similar a la de la resaca (a pesar de no haber probado ni una gota de alcohol), estaba en mi interior. La mañana me había dado la única respuesta que debía saber. A pesar de mi aturdimiento, decidí no seguir con él. Delincuente o no, su forma de vivir y de hacer las cosas, era demasiado diferente a la mía y a pesar de lo enamorada que me sentía, no quería seguir adelante con una persona tan complicada y distinta a mí. Le diría a Aldo (cuando llegara), que me reafirmaba en mi decisión y que respetaba la nueva oportunidad que habían decidido darse ellos dos (él y Flor).
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RDA/2007-Las Cosas que no se deben Callar.
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